Cantabria y la cerveza

La cerveza en Cantabria es algo que ha tenido una gran importancia histórica, y poco a poco vuelve a ser relevante.

La cerveza en Cantabria es algo que ha tenido una gran importancia histórica, no sólo como bebida reconfortante para nuestras gentes, si no cómo producto industrial y de exportación. Hoy en día, gracias a la proliferación de fábricas de cerveza artesana, se está recuperando esa tradición que estuvo perdida desde que en 1979 cerró la fábrica de Cruz Blanca en la calle San Fernando de Santander.

En wikipedia se puede encontrar una entrada bastante completa que resume algunos rasgos históricos de lo que ha sido la industria cervecera para nuestra región. En Santander se establecieron en su tiempo las primeras industrias de España para la producción del mosto de cebada fermentado. No quiero entrar en detalles, pero hasta hace no mucho, el lúpulo era un cultivo común en las vegas de Cantabria, y una empresa llamada «Cervezas de Santander» era uno de los mayores productores nacionales, en lo que fue el germen de lo que hoy es el tercer productor de cerveza industrial del país (lee más en este artículo de Botellas Serigrafiadas).

Es curioso ver, que siendo Cantabria una zona vinícola allá por el siglo XVIII, hubo que traer los maestros artesanos desde Inglaterra para empezar la produción como narra José Simón Cabarga en Santander, biografía de una ciudad. En ese mismo libro, también se explica que estas cervezas eran de gran calidad, siendo de gran fama y exportadas a las colonias españolas y al norte de Europa. Y dos siglos después, también un inglés, ha sido el pionero de la fabricación artesanal en la región.

¿Por qué hablo hoy de cerveza? Pues porque es un producto que está experimentando una revolución en las últimas décadas (y porque nos encanta este redescubrimiento). Esta revolución empezó en los años 80 del siglo pasado en Estados Unidos y se ha extendido por todo el mundo, y cómo no, llegó a Cantabria, hace una década más o menos. La revolución se basa en volver a los orígenes de la elaboración de la cerveza, recuperar sabores, olores y procesos que las grandes marcas han sacrificado en pro de la eficiencia y la reducción de costes. Esta revolución tiene un toque local, del lugar donde se elabora la cerveza, muchas incluso añaden ingredientes de la zona, desde la miel del lugar hasta frutos típicos, pasando por especias o granos no convencionales. Ha sido una ola de redescubrir formas alternativas de producir y de crear un alimento/bebida. Bien es cierto que algunas marcas de las llamadas «artesanas» se venden como hechas en un lugar y no es así, pero allá ellos y su conciencia.

Hoy en día a los foramontanos cerveceros nos es posible ir a casa y beber cervezas que podemos asociar con nuestra región, sabores y estilos que han sido inspirados por los paisajes, personajes o cultura de Cantabria, sólo con observar los nombres de los nuevos fabricantes o de sus productos vemos que la mayoría ha apostado por identificarse de esa manera. Actualmente hay una decena de fabricantes en Cantabria, lo que toca a casi uno por cada 5600 habitantes, todo un lujo, aunque la burbuja de la cerveza artesana no deja de crecer de manera exponencial en España y quién sabe si alguno más se unirá. Algunas de estas fábricas ya gozan de cierto relieve a nivel nacional e internacional ganado de forma merecida. Los estilos que elaboran son múltiples, ya que la cerveza artesana es un producto flexible que ofrece un abanico de sabores, texturas y aromas sólo limitados por la imaginación del cervecero (aunque no todo combine).

cervezassantander
Imagen con las representaciones de diferentes fábricas propiedad de «Cervezas de Santander», entre ellas la de Cruz Blanca y La Austriaca situadas en Santander y que fueron el origen de la empresa.

Uno de los aspectos que más me gusta de la cerveza artesana, es que siendo un producto universal, la nueva tendencia es asociarla al territorio, dándole un toque distintivo. Es un producto que está sirviendo para reivindicar cultura propia, resaltar productos típicos, fomentar lugares, incluso atraer turismo de forofos cerveceros como servidor. En Cantabria, productos como la miel, el brezo, arándanos, hierbas silvestres, algas, mariscos (si, algunas cervezas llevan marisco en su elaboración) y por supuesto, lúpulo local, podrían formar parte de los ingredientes que se combinan con la cebada, el lúpulo, el agua y la levadura. En países eminentemente vinícolas como Italia, la cerveza artesana ha crecido de manera vertiginosa y creativa, apareciendo ya los primeros estilos «italianos». Quien sabe si algún día no muy lejano podremos decir que en la tierruca se elabora una Cantabrian Ale.

Y para concluir, dejo el listado de fabricantes que a fecha de hoy fabrican cerveza  en Cantabria.

¡Salud!

  • Cerveza Dougall´s – Liérganes
  • Cerveza La Grúa – Pontejos
  • Cerveza Portus Blendium – Hinojedo
  • Cerveceros Artesanales del Asón – Ampuero
  • Cerveza Smach – Camargo
  • Cerveza Colegiata – Reocín
  • La Cervezuca – Tanos
  • Cerveza Ibre – Reinosa
  • Compañía de las Tierras Altas – Hormiguera (Valdeprado)
  • Cervezas El Ayla – Colindres
  • Redneck Brewery – Reocín

Un poco de fútbol, y de racinguismo

Hoy fuera de España casi nadie se acuerda del Racing, hoy Cantabria es más anónima, hoy la gente está huérfana de referentes en la tierruca.

El Real Racing Club de Santander, o «el Racing» para la gente de Cantabria, es uno de los referentes que tenemos los foramontanos. Aunque no seamos muy forofos ni muy futboleros, los que estamos fuera, siempre miramos con curiosidad la prensa para ver como van los del Sardinero. Es un nexo de unión con nuestra tierra, con nuestra gente, nuestra familia, nuestros amigos y sobre todo, con nuestro pasado y raíces.

También, el Racing, es una de las pocas referencias que podemos dar a los que nos preguntan que de dónde somos, y uno al responder: «¿Cantabria?¿Santander?» ve que la cara de desconocimiento del otro no hace más que aumentar. Si el interlocutor es futbolero a lo mejor recuerda que en la Liga jugaba hace unos años un equipo llamado «ResingSantander» o algo del estilo, si no habrá que probar con el banco o Seve Ballesteros o decir que estamos al lado de Bilbao, que siendo francos, son los únicos referentes que se conocen allende Saltacaballo.

Lamentablemente, el Racing de los últimos años no es más que una sombra de lo que fue en las dos décadas pasadas, justo las mejores de su historia en primera división.

De crío me tocó vivir el ascenso a primera (nada de liga banco blablabla), los años mágicos de los rusos Radchenko y Popov y el tractor bielorruso Zigmantovich, los milagros de Nando Yosu para asegurar la permanencia y el descenso del año 2001 y el ascenso un año después con Quique Setién en el banquillo. Las alegrías y penas de un equipo modesto del norte, el nuestro, el de nuestra gente a la que tanto apasionó durante décadas, de los que veías los domingos bajando del Sardinero al centro con la bufanda y les preguntabas: ¿cómo quedó el Racin?. Pero los tiempos cambián y no queda nada de eso; tras la locura de Piterman, llegó Alí, títere estafador, cuyos hilos se manejaban no muy lejos de los Campos de Sport y ahí empezó un penar hasta el pozo de segunda b en que está hoy día. Hoy fuera de España casi nadie se acuerda del Racing, hoy Cantabria es más anónima, hoy la gente está huérfana de referentes en la tierruca.

La verdad es que sigo la actualidad del equipo, escucho los partidos por internet (béndito invento para los foramontanos), pero cada vez el fútbol atrae menos, al hilo de este artículo en JotDown sobre el fútbol moderno, me surgió la idea de escribir sobre el Racing hoy. El fútbol de siempre ya no existe, ahora es un espectáculo-producto más, un mercado para inversores con los dólares/dínares/yuanes/rublos calientes que hoy invierten en fútbol y mañana en lo que sea que les de fama y más dólares/dínares/yuanes/rublos calientes. Les da igual, y los futbolístas aún menos, son mera mercancía que forma parte del producto que han comprado. Fuera de la ecuación nos hemos quedado los aficionados y forofos, desplazados por los «fans», ávidos de camisetas y fotos con el móvil. ¿Qué es un fan?¿qué pintan en el fútbol?, me pregunto cuantos «fans» irían a animar al Madrilona si estos jugasen en tercera división.

Ayer, el Diario ¿Montañés? (que de montañés le queda poco más que el nombre) resaltaba esta noticia: «Tebas presume de Alí Syed para vender la Liga española» Da que pensar que el máximo dirigente del fútbol profesional español use la imagen de un estafador en búsqueda y captura por la Interpol para promocionar la Tebas League. Es penoso que se asocie la imagen del Racing, el Racin de toda la vida, con un estafador internacional de poca monta. Se me revuelven las tripas pensando cómo se han cargado el fútbol, y poco a poco el resto de deportes (baloncesto, ciclismo, balonmano, etc.), que van perdiendo su esencia con esta profesionalización y mercadeo de deportistas, que al fin y al cabo son personas, y convirtiéndose en un producto televisivo más que sirve de plataforma publicitaria. Ni el mismo Racing de hoy, con deudas hasta el tuétano en segunda b, se libra de esta profesionalización mercantil absurda, tiene una plantilla al 90% de profesionales (¡¡¡en segunda b!!!), que viajan el día antes cuando juegan fuera (¡¡¡en segunda b!!!), duermen en hotel (¡¡¡en segunda b!!!) y que compra jugadores en el mercado argentino (¡¡¡en segunda b!!!) para puestos que deberían cubrir los chavales de la cantera. Como el Racing, hay más casos en la misma categoría (esa CultuQatar Leonesa, Lorca, Marbella, etc.), pero no quiero desviarme más.

A los foramontanos y a cualquiera que viva fuera de su tierra nos han robado parte de nuestra identidad, parte de lo que somos. ¿Y para qué? para que cuatro jeques, un puñado de chinos ricos y una banda de rusos oligarcas sigan haciendo dinero y sus lacayos de aquí enriqueciéndose con las migajas.

Como del pasado no se puede vivir, he decidido aprovechar las ventajas que nos ofrecen los tiempos modernos y aliarme con internet y volcar parte de mi afición futbolera en el fútbol aficionado, el de tercera y regional, ahora disfruto siguiendo cómo van los equipos de los pueblos y villas de Cantabria, cómo pelean por subir a categorías superiores y medio llenan estadios en los que la gente va a disfrutar (aunque hay de todo en esos patatales del señor).

Al menos, nos quedan algunos reductos hasta que la pasión por el deporte rey, el balompié de nuestros abuelos, pueda volver a revivir en nosotros. Mientras, yo seguiré vibrando con el Tropezón, el Charles, o el Cayón; Tebas y demás mequetrefes sigan pudriéndose en su codicia mientras puedan, total, de nada les va a servir morir siendo los más ricos del cementerio.

¡Aupa Racing! ¡Odio eterno al fútbol moderno!

Racing de 1991, fase de ascenso a primera división. Arriba: Ceballos, Revilla, Javi, Oscar, De Diego, Roncal. Abajo: Pedraza, Gelucho, Juan Carlos, Geli, Sánchez Lorenzo.

Palabra

Una de las cosas que un foramontano nota una vez sale de la tierruca es la diferencia en el valor que se le da a la palabra de uno. Entiéndase palabra como algo que se promete o se acuerda de viva voz, no a lo que uno habla sin más.

Me ha venido a la cabeza al leer esta noticia sobre los ganaderos de vaca tudanca, en la que uno de los ganaderos dice lo siguiente: «Duele que no se haga este año la ‘Olimpiada’, pero si se ha dado una palabra, hay que cumplirla».

Es conocido que en muchas zonas rurales de Cantabria hasta hace bien poco, un pacto de «palabra» valía más que mil legajos y firmas, miles de vacas, tierras y bienes se cambiaban o vendían con un apretón de manos entre los interesados mientras se daban la palabra. Aún hoy, como en el caso del ganadero citado, dar la palabra para los cántabros es algo muy importante, casi inviolable, tanto que a pesar de estar en contra de su parecer, este ganadero respeta una decisión acordada de antemano y a mano alzada. Este tipo de trato sale bien representado en La vida que te espera, de Manuel Gutiérrez Aragón, película ambientada en los valles pasiegos.

Hasta que uno no sale fuera, no se da cuenta de que somos la excepción, y en pocos sitios, dar la palabra implica que algo se va a cumplir y respetar. Las primeras veces a uno se le queda cara de lelo, con bastante decepción, hasta que entiende que el valor de lo que uno promete con su palabra cambia mucho según el individuo (incluso en la tierruca, hay gente cuya palabra vale cero). Entre las cosas positivas que uno encuentra entre los cántabros en general, es su lealtad a la palabra dada, algo que los foramontanos echamos bastante de menos.

 

El comienzo de la andadura

Cantabria, ese pequeño rincón verde en la cornisa cantábrica, justo al norte, entre vascos y astures, puerto de los castellanos. Fue ese pequeño rincón en el que buscaron refugio las gentes que huyeron del invasor y que posteriormente sirvió de pulmón para repoblar las tierras al sur de las montañas en los tiempos de la Reconquista.

Algún día contaré la historia de Cristuébalo el de Branni Ossaria, uno de los primeros foramontanos de los que se tiene constancia escrita, hace casi 1200 años. Pero hoy en la primera entrada, sólo quiero saludar, dar gracias a la red de redes por poder darme una oportunidad para comenzar esta andadura, en este pequeño refugio de libertad que será Un Foramontano.

Como nómada foramontano, dejé La Tierruca hace ya unos cuantos años, vagando desde entonces por diferentes ciudades, países y continentes. Sin embargo, algo siempre se mantuvo firme y es el calor que uno siente cada vez que piensa en la tierra en la que el aquí escribiente nació. Nunca he dejado de sentirme afortunado por haber nacido y haberme criado en la tierra del mar y la montaña, pero tampoco he dejado de sentir pena por estar tan lejos.

No soy el único, son miles los paisanos que han cruzado el Ebro o atravesado el Cantábrico en la búsqueda de un futuro, todos ellos Foramontanos como yo. A ellos quiero dedicar esta entrada primera, y ellos estarán presentes en el camino que aquí comienza. También a los que sienten curiosidad, cariño o pasión por Cantabria, los paisanos que quieran pasarse a charlar un rato y todo aquel al que le apetezca pasar un ratuco entretenido hablando de todo y de nada.

Comenzamos el camino.